Un águila y una zorra que eran muy amigas decidieron vivir juntas con la idea de que eso reforzaría su amistad.
Entonces el águila escogió un árbol muy elevado para
poner allí sus huevos, mientras que la zorra soltó a sus hijos bajo unas
zarzas sobre la tierra al pie del mismo árbol.
Un día que la zorra salió a buscar su comida, el
águila, que estaba hambrienta cayó sobre las zarzas, se llevó a los
zorruelos, y entonces ella y sus crías se regocijaron con un banquete.
Regresó la zorra y más le dolió el no poder vengarse,
que saber de la muerte de sus pequeños; ¿Cómo podría ella, siendo un
animal terrestre, sin poder volar, perseguir a uno que vuela?
Tuvo que conformarse con el usual consuelo de los débiles e impotentes: maldecir desde lejos a su enemigo.
Más no pasó mucho tiempo para que el águila recibiera el pago de su traición contra la amistad.
Se encontraban en el campo unos pastores sacrificando
una cabra; cayó el águila sobre ella y se llevó una víscera que aún
conservaba fuego, colocándola en su nido.
Vino un fuerte viento y transmitió el fuego a las
pajas, ardiendo también sus pequeños aguiluchos, que por pequeños aún no
sabían volar, los cuales se vinieron al suelo.
Corrió entonces la zorra, y tranquilamente devoró a todos los aguiluchos ante los ojos de su enemiga.
Nunca traiciones la amistad sincera, pues si lo hicieras, tarde o temprano del cielo llegará el castigo.
Fábula de Esopo
Muchos viven por la vida olvidando los principios que
la rigen. Es real que uno recibe lo que en un tiempo siembra, es la ley
de siembra y cosecha.
Siembra hoy semillas de paz y esperanzas y los
árboles de la tranquilidad te esperarán en el camino para darte la
sombra anhelada.
Porque sembraron viento, y torbellino segarán; no
tendrán mies, ni su espiga hará harina; y si la hiciere, extraños la
comerán. Oseas 8:7.
No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Galatas 6:7.
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