Resulta simpático cómo al preguntarle a un niño ó
niña hoy qué quisiera él ó ella ser cuando crezca y que ellos le
contesten a uno: "Quiero ser como mi papá ó mi mamá".
Le hacemos la misma pregunta a adolescentes y les
escucharía decir que quieren ser como R. Kelly u Obama; como Dora
Akunyili ó Beyoncé.
Esta gente se ve grande por mérito propio, sí lo
son; leamos los periódicos, pero eso no es razón suficiente para
invertir nuestras vidas queriendo ser la imagen de otra persona.
Esta misma pregunta no está limitada a niños y
adolescentes; preguntémosles a los adultos y a los empresarios y
también le dirán que quieren ser como Bill Gates ó Ellen Sirleaf
Johnson.
Todos tenemos gente que nos sirven como modelo a quienes nos deseamos parecer.
Amigos, vivimos en un mundo habitado por miles de
millones de personas; si no me creen, pregúntenle a los chinos. Gente
distinta, de diferente trasfondo, algunos nacidos en cuna de oro, otros
sin cuna alguna. Vivimos en un mundo de retos y soluciones, obstáculos
y escalones, dependiendo de qué estemos mirando.
La mayoría de nosotros invertimos nuestro tiempo y
energía buscando zapatos en los cuales encajar, dejando los nuestros
atrás, intentando vivir y actuar de la manera en que nuestros modelos
lo hacen. Eso es bueno pero no determinante. Nos sorprenderíamos saber
que nos quedaremos cortos en nuestras expectativas si gastamos tal
energía correteando al viento.
El éxito consiste en 2% dones y 98% trabajo duro,
por lo que podemos concluir que todos nosotros tenemos este 2% en
nuestra composición genética pero necesitamos invertir esfuerzo
forjando aquello que no tuvimos al momento de nacer.
Ahora bien, no estoy diciendo que es malo querer ser
como alguien más; lo que intento decir es que esa no es la razón
principal por la que vinimos a la Tierra. No caímos aquí desde el
espacio por accidente; Dios nos colocó aquí por alguna razón.
Les comparto un pensamiento personal: les diría que
Dios nos creó, dándonos un libro en blanco para que escribiésemos
nuestra vida. Así que mientras estamos aquí escribiendo la historia de
nuestra vida, no quisiera que nuestro libro estuviese lleno de
comentarios sobre cómo es fulano de tal y cómo lo hizo él, sino sobre
cómo nosotros somos y cómo nosotros lo hicimos.
Y es que mientras vamos buscando ponernos los
zapatos de otros, ¿quién se pondrá los nuestros? Aunque no alcancemos
el "estrellato" en la vida, consolémonos sabiendo de que valió la pena
ponernos en nuestros zapatos.
Son muchos los que se pasan la vida frustrados por
no ser "otro". Pensamos que si tan sólo tuviésemos los recursos, los
talentos ó las oportunidades de otras personas, entonces sí podríamos
ser ganadores. Pero al pensar de esa manera, fallamos de enfocar en los
recursos, talentos y oportunidades que Dios sí nos ha dado. Si bien es
cierto que tal vez con lo que el Creador nos dotó no nos sirva para
alcanzar lo que otros han logrado, pero sí podrá ser instrumentales
para que hagamos la diferencia de la manera en que Dios nos diseñó para
hacerla. Nuestro mundo y nuestra generación en particular, serán mucho
mejores si nos atrevemos a poner a trabajar lo que sí tenemos en vez de
lamentarnos por lo que no. Adelante y que el Señor les continúe
bendiciendo
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