Fuimos hechos para conquistar el ambiente, resolver
problemas, alcanzar metas y no hallamos real satisfacción o felicidad
en la vida sin obstáculos que vencer o metas que alcanzar. -Maxwell
Maltz en Psico-Cibernética (1960)
Siempre he enfrentado la vida de frente porque no he tenido otra opción.
Recibí un temprano empujón cuando, a la edad de ocho años, perdí a mi padre. Desde entonces, mi vida ha sido una lucha.
Fui criado por mi madre, una viuda que no tenía ni
educación ni recursos financieros, pero sí un gran corazón. Mi madre es
una mujer maravillosa. Me beneficié grandemente por el pozo sin fondo
de su sabiduría. Mamá inspiró en mí sólidos valores morales y
espirituales y la virtud del trabajo duro.
Mi madre es la influencia más duradera y profunda en
mi vida. Ella vendió sus propiedades para enviarnos a mí y a mi hermano
a la escuela. Sus metas eran sencillas; quería que yo llegase a ser
alguien, que llegase a lugares que ella nunca se atrevió a soñar, por
lo que, cuando dejé la escuela secundaria le prometí que haría de mi
vida un milagro, venciendo toda adversidad. Aquella promesa ha sido mi
motivación.
A los 10 años ya había adquirido el deseo de
superarme vendiendo agua helada y galletas en las calles de Lagos para
mantener a mi madre. Lo mejor que me ocurrió fue crecer, como dicen,
"del otro lado de los rieles", sin el privilegio de padres pudientes.
Todo lo que quise tuve que luchar para obtenerlo. En vez de freno, esto fue una genuina ventaja para mí.
Hoy, le agradezco a Dios que aquellos tiempos sean
ya historia. Pero hubo tiempos en los que, como dice la canción,
"estuve tan abajo que cualquier cosa me parecía arriba". En ningún
punto de mi vida, abajo en el valle o saboreando logros, llegué a
pensar que sería fácil. En vez de esperar que la vida nos conceda un
camino fácil, entremos en el flujo de la vida y tomémosla como se nos
viene, comprendiendo que habrá tiempos difíciles que probarán nuestra
alma y buenos que nos animarán.
En la vida necesitamos fe para enfrentar la vida de
frente. En vez de levantar la bandera blanca de rendición, proyectar
nuestra ira o tomar la ruta de menor resistencia, enfrentemos el
desafío de frente con nuestra fe en Dios.
Marcus Garvey dijo una vez: "Algunos de nosotros
parecemos aceptar la posición fatalista, la actitud fatalista, que el
Creador nos concedió una cierta posición y condición y por lo tanto no
hay necesidad de intentar de vivir de otra manera". Sus palabras
introdujeron un ensayo de los escritores Dennis Kimbro y Napoleon Hill,
quienes escribieron sobre hombres negros que enfrentaron desafíos en el
libro "El Hermano: La Odisea del Hombre Negro en América - Una
Antología".
"En la vida de todos llega un tiempo de desafío -un
tiempo cuando todos nuestros recursos son probados. Un tiempo en que la
vida parece injusta. Un tiempo cuando nuestra fe, nuestros valores,
nuestra paciencia, nuestra compasión y nuestra habilidad de perseverar
son estiradas al límite y más allá. Algunos han utilizado tales pruebas
como una oportunidad para crecer; otros se han volteado y permitido que
estas experiencias destruyan sus esperanzas".
La vida lanzará tantas cosas en nuestro camino. Son
hitos que le dan sentido a nuestra travesía, eventos que no sólo
moldean nuestra vida sino la manera en que la percibimos.
Hoy, el muchacho que luchaba en las calles de Lagos
y que apresuró el lanzamiento de un álbum al intentar hacerse de un
nombre en el mundo del espectáculo, ha llegado a ser un hombre con los
pies bien plantados en su sueño, impulsado por la firme determinación
de una madre y su fe en Dios. Así que cuando las cosas se pongan
difíciles, cuando la situación se vea incierta, no temamos.
Sigamos adelante. Aferrémonos a nuestra fe con la animadora seguridad divina que todo estará bien. Nos vemos pronto en la cima.
Recordemos que nuestra vida está en las manos de Dios y él trabaja cada
instante y en cada circunstancia que rodea nuestra vida aunque no lo
entendamos en el momento.
Cuando José fue llevado a Egipto, Potifar, un
oficial egipcio de Faraón, capitán de la guardia, lo compró a los
ismaelitas que lo habían llevado allá.
Y el Señor estaba con José, que llegó a ser un hombre próspero, y estaba en la casa de su amo el egipcio.
Y vio su amo que el Señor estaba con él y que el Señor hacía prosperar en su mano todo lo que él hacía. Así encontró José gracia ante sus ojos y llegó a ser su siervo
personal, y lo hizo mayordomo sobre su casa y entregó en su mano todo
lo que poseía.
Y sucedió que desde el tiempo que lo hizo mayordomo sobre su casa y
sobre todo lo que poseía, el Señor bendijo la casa del egipcio por
causa de José; y la bendición del Señor estaba sobre todo lo que poseía
en la casa y en el campo. Gen 39:1-5
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