Me cuesta perdonar. ¿A quién no? Cuando alguien me
falla, me defrauda o me perjudica... ¡cuántos deseos de venganza invaden
mi mente! Tengo amigos y enemigos, y con ambos he tenido la oportunidad
de practicar el perdón mutuo. En relación a este asunto, a través de
los años experimenté diversas sensaciones, y transité distintas líneas
de pensamiento.
Por ejemplo, me encontré con gente que promueve una
especie de "perdón mágico", adjudicándole a éste la solución a todo
conflicto interpersonal. Otros, además, utilizan el perdón como una vía
de escape emocional frente a los recuerdos tristes del pasado,
estrategia cuyo resultado muy pocas veces logra satisfacer el vacío y la
frustración del ser interior.
Pero también tuve el privilegio de conocer personas
sinceras y valientes, que en medio del dolor y de la adversidad han
sabido elegir el camino del perdón.
En el año 2003 visité la ciudad de Corrientes
(Argentina), en el marco de unas conferencias especiales sobre el tema
de la espiritualidad. En una de esas charlas enfaticé la importancia y
el beneficio que le brinda a nuestra persona la decisión de perdonar. De
esta manera, y basándome en mi experiencia personal en cuanto al perdón
hacia mi padre (quien abandonó el hogar cuando yo tenía ocho años de
edad), invité a los presentes a que realizaran un breve balance de sus
vidas y perdonaran a aquellos que les habían perjudicado emocional y/o
físicamente.
Al concluir se acercó una pequeña niña de siete años,
quien me dijo: "Mis papás se divorciaron, igual que los tuyos... Por
mucho tiempo no pude perdonar a mi papá por haberse ido de la casa, pero
hace unos minutos decidí perdonarlo... ¡y lo logré! ¡Pude perdonar a mi
papá!"
Han pasado varios años desde que me desilusioné con
los cuentos de hadas. Créame. Pero ha transcurrido la misma cantidad de
tiempo desde que comprendí el tremendo poder del perdón como un
beneficio de doble vía.
Cuando escojo perdonar me libero de toda carga
emocional hacia la otra persona, a la vez que construyo un espacio de
libertad en el que el otro puede reconsiderar su error y cambiar de
actitud.
Jesucristo dijo: "...si tienen algo contra alguien,
perdónenlo, para que también su Padre que está en el cielo les perdone a
ustedes sus pecados" (Marcos 11:25-26).
No le aconsejo que se haga el tonto y ande por ahí
con una sonrisa prefabricada, diciendo: "todo está OK", pasando por alto
la situación de conflicto. Eso no es perdón. El perdón lo damos por
amor, aunque el otro no lo merezca (¿no hace Dios así con nosotros?).
Perdonar quizás no haga que la otra persona cambie...
¡pero le aseguro que usted experimentará libertad y paz en su vida!
Perdón es Poder que Transforma.
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